En tres cuartos de siglo una raza entera había sido exterminada utilizando toda clase de procedimientos y crueldades físicas y morales para vergüenza de la colonización inglesa.

Dice Marcel Mauss : ” Las enfermedades y el salvajismo de los colonos ingleses hicieron desaparecer muchos pueblos. No sólo el deber humano, sino el interés de la ciencia fueron gravemente ofendidos el día en que murieron los últimos tasmanios”. Estas palabras pueden servir de epitafio para este errante puñado de seres inofensivos al que se atacó salvajemente y que constituían los últimos representantes de la civilización paleolítica que desapareció en Europa después de los últimos períodos glaciares.

Cuando en 1869 murió el último hombre tasmanio de Australia, muchos médicos se pelearon por hacerse con partes del cadáver. Tal fue el grado de fanatismo que algunos doctores mandaron curtir su piel para hacerse una pitillera.

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